1)¿Ya conoces a Emmi Rothner y a Leo Leike? Entonces es que has leído Contra el viento del norte, la inusual historia de amor en que dos personas que jamás se han visto se enamoran perdidamente por e-mail.
2) ¿Opinas que los enamorados se merecían verse personalmente, aunque fuera sólo una vez? ¿Y que la novela merecía una segunda oportunidad para otro final? ¡Pues aquí lo tienes!
3) ¿No tienes ni idea de qué va la historia? ¿Subes al tren de Cada siete olas sin conocer Contra el viento…? Ningún problema, aquí tienes el equipaje necesario: Leo Leike vuelve de Boston tras poco menos de un año. En casa lo esperan noticias de Emmi Rothner. Ambos se dan cuenta de que sus sentimientos no han cambiado y piensan que quizá deberían verse una vez en persona. Pero Leo ha empezado una relación y Emmi sigue casada. Aunque, como nos enseña la nueva novela de Daniel Glattauer, después de que seis olas rompan en la orilla llega la séptima, y ésa trae siempre muchas sorpresas…

• Emmi Rothner: Una mujer moderna, segura de sí misma y con una vida cómoda. Es difícil describir los personajes en este libro, pues una parte fundamental de la trama trata sobre el desconocimiento de los protagonistas el uno del otro. Aún así, Emmi es un personaje logrado, con una personalidad definida y bastante interesante.
• Leo Leike: Un hombre soltero e independiente pero con una vida insatisfecha. No es una persona típica, aunque a veces se empeña en parecerlo. Leo esconde mucho y poco a poco va mostrándolo. No es la clase de hombre de libro romántico: perfecto, que hace cosas impensables por amor, atento, delicado. No, Leo es imperfecto de arriba abajo y es consciente de ello. Es uno de los personajes que más me ha gustado últimamente.

"Si tuviese que destacar un aspecto negativo, sería el terrible hecho de que ahora tengo que aceptar que nunca más volveré a tener noticias de esta entrañable pareja".

No soy realmente objetiva hablando de los libros de Glattauer, pues solo su estilo ingenioso ya me cautiva, pero haré lo que pueda.
La historia continúa con el estilo particular del autor, donde todo se desarrolla a través de e-mails, nunca se da pie a la narración en prosa continuada. Esto no solo hace que el libro sea diferente de leer, también lo hace mucho más ameno. Me lo terminé en una tarde y disfruté mucho con él.
Me ha parecido magnífico, sorprendentemente consigue, y con creces, volver a crear esa situación irónica y llena de mágia. La historia no aporta nada nuevo, la situación sigue siendo complicada para ambos protagonistas pero, como hemos visto en las novelas de Glattauer, lo que importa no es solo la historia sino, y mucho más, como esté contada.
Admito que me entusiasmaron cada una de sus páginas, desde su mismo comienzo, hasta su mismo final. Ciertamente si tuviese que destacar un aspecto negativo, sería el terrible hecho de que ahora tengo que aceptar que nunca más volveré a tener noticias de esta entrañable pareja. Para todos los que les gustó la primera parte, y para los que nisiquiera se la han leído, esta historia de amor es altamente recomendable.

"Quizás porque este libro haya sido inducido por los seguidores, que no estuviera pensado, hace que tienda a la novela romántica típica".

Pero, y siempre tiene que haber un "pero" en una buena crítica, esta segunda parte pierde la originalidad abismal que pudimos leer en la primera. Quizás porque este libro haya sido inducido por los seguidores, que no estuviera pensado, hace que tienda a la novela romántica típica. Sí, conserva el estilo genial de Glattauer, pero pierde fuerza dramática y empieza a desinflarse según avanza la relación de los protagonistas.
A pesar de los peros que pueda tener, la construcción de estos dos personajes es perfecta, y creo que es - por debajo de la primera parte- una de las mejores novelas románticas actuales.

Por más agua que le eche, no se borra, reaparece una y otra vez. A veces me hace cosquillas, entonces es probable que luego me escribas un mensaje cínico. Y a veces me duele de veras, entonces te echo de menos, Emmi, y desearía que todo hubiese sido distinto. Pero no quiero ser desagradecido. «Lo» tengo, tengo tu punto de contacto en el centro de la palma de mi mano. Allí se concentran todos los recuerdos y los deseos.

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